“El mundo del revés”
He pasado de avergonzarme por gastar gas para ducharme con agua que no estuviera helada, a saber que merezco agua caliente para lavarme y que debo gastar lo necesario, porque soy una persona y como tal merezco vivir con dignidad. He pasado de no dormir por las noches pensando: “¿Compro comida esta semana, o me gasto el poco dinero que me queda en pagar un recibo atrasado porque ya me amenazan con cortarme la luz?”, a pensar: “no soy peor por ser mujer y tener 4 hijos, vivir sola y cuidar de ellos, cubriendo sus necesidades básicas”. Ni soy peor, ni me tengo que sentir culpable de haber perdido mi trabajo.
Cuando estás sola y tienes que sacar adelante unos hijos, te tienes que repartir: casa, trabajo y el cuidado de tus hijos. Lo mismo pasa con los pocos ingresos: comida, vivienda, agua, luz y gas. Es lo que hay, y ni en sueños llegas a todo. ¡Yo tengo una deuda acumulada de luz y gas, no tengo vergüenza de reconocerlo y no me escondo! Y en mi subconsciente tengo, como si ya hubiera nacido con ello, lo siguiente: «primero dinerito para llenar la nevera», pero nada de carne y pescado todos los días, solo lo imprescindible. Dos días a la semana se come carne, o tres, y el pescado está lejos. En segundo lugar, o tercero, pago suministros. Y si me llega ese mes. Si no me llega no es culpa mía. Tengo la conciencia muy tranquila y duermo bien. No nos falta ni a mí ni a mis hijos un plato de comida en la mesa todos los días. Soy hipertensa y necesito medicación, es lo que me ha quedado del sufrimiento de tiempos pasados.
Hoy en día me acosan y me amenazan con acciones surrealistas, como al resto de compañeras mías de la Alianza contra la Pobreza Energética (APE). Pero ya aprendí que la salud también se ve afectada: de la actitud depende tu cuerpo y tu mente, y tú puedes cambiar tu actitud y tu forma de ver la vida, pero el cuerpo tiene memoria y pasa factura. Así que, como el agua cristalina y transparente, mis “deudas” con empresas multimillonarias como Naturgy y Endesa tienen que ser condonadas, porque empiezo de cero, porque mi mala época pasó, y miro hacia delante.
La responsabilidad es “de ellos”, puesto que se enriquecen y alardean de ello, a costa de las personas, solo por querer vivir dignamente.